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En cualquier dieta saludable, el consumo de grasas “malas” debe de estar bajo control. La carne roja, los embutidos, los lácteos, los aceites refinados, las mantecas y margarinas, las salsas de pote, las galletas, las barritas energéticas, la bollería o los productos industriales en general tienen altos porcentajes de grasas saturadas. Puede que nos cueste más o menos reducir o eliminar estos productos de nuestra dieta pero ¿qué pasa con el chocolate y el cacao? Para muchos, es un placer irrenunciable, una fuente de energía valiosa y un atenuador de la ansiedad. ¿Cómo vamos a renunciar a ella?

A pesar de su innegable buen sabor, el chocolate también tiene un conocido lado oscuro: lo acostumbramos a consumir como producto industrial repleto de azúcares, leche y sal (por eso tiene un contenido tan alto en grasas saturadas) y contiene sustancias adictivas y estimulantes que nos provocan una sensación de energía falsa.

Además, el cacao se cultiva en los trópicos húmedos de América, el noroeste de América del Sur y la zona amazónica, por lo que resulta muy difícil consumirlo de proximidad o de km 0.

Algarroba, la alternativa saludable al chocolate

¡Parece chocolate pero no lo es! Su nombre es algarroba y es un fruto del árbol Ceratonia siliqua ya utilizado en la época del antiguo Egipto como dulcificante. Tiene una textura, color y sabor muy parecido al cacao pero con propiedades claramente distintas:

  • La algarroba es seis veces más baja en contenido graso que el cacao (en forma de chocolate la diferencia es mayor: 3 % de contenido graso frente al 40 % del chocolate con cacao convencional).
  • No requiere otros aditivos ni sal (el cacao contiene 700 mg de sodio por 100 g; la algarroba solo 100 mg).
  • Es rica en fibra: tiene un 13 % de fibra soluble con efecto prebiótico.
  • No contiene sustancias estimulantes: a diferencia del cacao, la algarroba está libre de teobromina, una sustancia similar a la cafeína que nos provoca una sensación de energía falsa.
  • Es muy rica en triptófano, un aminoácido esencial precursor de la serotonina, una sustancia que nos proporciona sensación de relax y de tranquilidad.
  • No contiene gluten, es apta para celíacos.
  • También contiene pequeñas cantidades de pectina y lignina, que favorecen la digestión, además de numerosas vitaminas y minerales.

¿Cómo se obtiene?

Las vainas de algarroba son alargadas (llegan a medir 20 centímetros de largo) y adquieren un color marrón cuando están maduras. Para obtener el “nuevo chocolate”, estas vainas se desecan, se tuestan y se pulverizan para dar lugar a la harina de algarroba, adecuada para elaborar pasteles, helados, púdines, galletas, etc.

A diferencia del cacao, el árbol crece en todo el Mediterráneo y, especialmente, en las costas españolas, marroquíes e italianas, lo que permite incentivar la producción local y consumir productos de proximidad. Su cultivo en España tiene un significado muy especial, ya que ha sido y sigue siendo un buen alimento para el ganado, así como una fuente adecuada de nutrientes en épocas de carestía.

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Cremas de algarroba para untar

Como ya hemos apuntado, los productos a base de leche, cacao, avellanas y azúcar no son los más saludables ni para los niños ni para los adultos. Si lo que queremos es sustituir estas cremas para untar por una versión mucho más sana y sostenible pero igualmente agradable al paladar, podemos optar por cremas ecológicas de algarroba sin azúcares ni leche.

Molenaartje, por ejemplo, marca bio especializada en cremas de algarroba líder en España, las comercializa con varios sabores: natural, avellanas o dúo. Sin leche, con menos grasas, calorías y sustancias estimulantes, estas cremas están dulcificadas con sirope de maíz y la algarroba que se utiliza para su producción proviene de España.

Están distribuidas en España y Portugal por Qbio y se pueden encontrar en tiendas especializadas y herbolarios.