mercado frutaNo cabe duda. El mercado lo deja muy claro. Los productos ecológicos suelen ser un 25% más caros que los convencionales. En la alimentación industrial se ha priorizado conseguir el mejor precio del mercado. La alimentación ecológica va más allá: busca mejorar la calidad del producto, la salud del consumidor y la del medio ambiente. El precio de los alimentos convencionales es completamente artificial: se basa en la competencia libre de los mercados internacionales, y sobre todo, en la mala calidad de la materia prima. El objetivo es lograr precios mucho competitivos sin tener en cuenta los efectos medioambientales que pueden tener la elaboración de sus productos y las condiciones de la mano de obra, ni si el producto final tiene propiedades nutricionales óptimas para el consumidor. Realmente no se parecen en nada un pan hecho con harina de trigo de cultivo ecológico y fermentado con levadura madre y un producto que se hace llamar “pan” y que contiene harina blanca y levadura industrial. No son comparables ni desde el punto de vista nutricional ni en lo que aportan a la salud. Cuando una persona adquiere un producto ecológico está invirtiendo en salud, en medio ambiente, en solidaridad y en el futuro. Es bueno tener en cuenta todos estos factores a la hora de comparar los precios.

Alimentación eco. Socialmente más eco.

La agricultura y la ganadería ecológica son un ecosistema sostenible: aportan bienestar animal y ofrecen comida sana y segura. Sus ventajas van más allá de lo que es puramente nutricional.
Medioambientales: se obtiene una mejor calidad del suelo, se frena la erosión, se ayuda a recuperar la calidad del aire y del agua, no se daña la capa de ozono, se favorece la biodiversidad y se consume menos energía.
Sociales: significa más autonomía para el productor, más apoyo a la población rural, menos gasto público y un comercio justo. Propone alternativas que conjugan los intereses de los pequeños productores en todo el mundo.
De impulso para la creación de puestos de trabajo en el campo, ya que la agricultura ecológica requiere del trabajo y de la presencia de los agricultores.
De enriquecimiento económico de cada país: se propicia el comercio local y estacional poniendo en contacto personas con intereses comunes que pueden establecer relaciones a largo plazo, sostenibles y beneficiosas para todo el mundo.
De salud: se logran productos de más calidad, con más concentración de nutrientes, sin pesticidas, otros residuos tóxicos ni aditivos artificiales.

Los esquemas convencionales de la producción de alimentos

Materias primas del sur, transformadas en el norte. Nos encontramos en una globalización de la producción agroalimentaria, en un contexto mundial de precios impuestos por las multinacionales, en el que no se tienen en cuenta los perjuicios causados al tercer mundo. El resultado: un consumidor que ha adquirido unos hábitos de compra muy difíciles de cambiar por lo que respecta al tema de precio; se le hace difícil asumir que un producto sea más caro de lo que marcan las tendencias, pero también le cuesta entender el concepto de producto de temporada, ya que no acaba de aceptar que un determinado alimento cueste de encontrar según la época del año.

Los productos ecológicos no resultan más caros para la economía familiar

Cada vez hay más casos de cáncer, infertilidad, estrés, obesidad, síndrome premenstrual… Enfermedades originadas por deficiencias nutricionales y que, según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), van creciendo año tras año. Tener un buen estado de salud no solo quiere decir no tener enfermedades, sino promocionar una salud positiva, lograr un organismo vital y fuerte y también hacer todo aquello que está en nuestras manos para prevenir enfermedades futuras. Muchas investigaciones señalan los alimentos como una de las causas principales de estas enfermedades. Si tenemos en cuenta que, según datos oficiales, el 60% de las enfermedades degenerativas están relacionadas con la comida, sería interesante tener en cuenta el consumo de alimentos ecológicos. Por un lado, contienen más cantidad de nutrientes por unidad de peso a diferencia de los alimentos convencionales –hoy día ya hay estudios científicos que lo verifican–, y, por otro, si tenemos en cuenta los costes de producción y los problemas de contaminación que ocasiona la agricultura industrial o agroquímica, veremos que ésta acaba siendo más cara para los contribuyentes y para el gobierno. Desde esta visión global de la economía, la agricultura ecológica es una forma de producción que no solo tiene en cuenta los aspectos relacionados con la salud y el medio ambiente, sino que además regenera y enriquece el patrimonio del agricultor y, por lo tanto, de la naturaleza. En definitiva, el consumo de alimentos ecológicos supondría un ahorro tanto para las familias como para las autoridades sanitarias.

Crece un nuevo perfil de consumidor preocupado por la salud y el medio ambiente

El perfil del consumidor de productos ecológicos es el de una persona de clase media con un nivel medio-alto de información. El consumidor que se acerca al consumo de productos ecológicos está sensibilizado con la salud, busca una alimentación más saludable y de más calidad, sin aditivos sintéticos. Además, también tiene en cuenta el criterio medioambiental, y quiere, además, un mejor sabor y unos productos de calidad. Son personas con una preocupación especial por la salud, por el riesgo de contaminantes de los alimentos y de la posible existencia de residuos agroquímicos, y por la calidad medioambiental y el impacto de los sistemas de agricultura moderna sobre el campo y el paisaje.

Pese al inconveniente del precio, el sector ecológico continúa creciendo

Aunque el precio parece un inconveniente para muchos consumidores, los estudios indican que el sector ecológico crece de forma clara y espectacular. Aproximadamente se estima que aumenta a un ritmo entre el 20% y el 40% anual según los países. Información cedida por la Asociación Vidasana

Jordina Casademunt

Nutricionista

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